Refundación
Para Erick
Martínez Ávila
Asesinado
Rebeca Becerra
8 mayo 2012
Siguen sonando las campanas de la muerte. Su
desconsolada resonancia consterna el alma. Una y otra vez nos abren a los
caminos de la sangre y nos empujan hacia sus siniestras veredas. Nos
reconocemos en cada uno de los cuerpos que día a día son encontrados como
solitarios desechos esperando el olor de nuestras flores.
Los ángeles que guardan nuestras humildes camas
se han convertido en demonios de la conciencia. La justicia, galope de los
Jinetes de la Apocalipsis se pierde en la espesura de un oscuro bosque.
Hay palabras que no pueden llagar a las bocas de los que cimientan la
muerte porque les aterroriza su vaho pestilente. La carencia los ha impedido,
solamente ven por las rendijas de las foscas alcantarillas y no se dan cuenta
que aran la tierra equivocada.
Nosotros estamos en el lado correcto del río, aquí es donde llega la luz y
se divierte en sus colores. Por aquí corre el agua y su susurro que arrulla la
esperanza. Aquí está la sombra blanca de la vida, el viento que sopla en
nuestras manos las banderas que ya no pueden arrebatarnos. La lluvia que nos
cuenta en cada gota la historia de nuestra carne de maíz y nuestros dedos de
obsidiana.
Aquí construiremos el nuevo
Popol Nah, con la saliva de la jícara de Hun
Hunahpu y la espuma blanca de Patakako fijaremos cada piedra. Pata Cher-Kama
elaborará las hamacas que sosegarán nuestro cansancio. Toman Pones y Popawai
levantarán del día la sangre de la noche y nos librarán del tiempo que teje la
muerte.
Habrá principio. Reinarán los colores en las plumas de los pájaros y las hojas del pasto se trenzarán con
el nuevo viento.
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