jueves, 19 de septiembre de 2013

La iglesia católica siempre avaló la tortura


La iglesia católica siempre avaló la tortura

Rebeca Becerra


Estando la iglesia a la cabeza del mundo feudal pasó lo inesperado al corromperse, es decir, abandonó sus objetivos espirituales por objetivos sociales, y en base a este nuevo quehacer estructuró todo un sistema legal de castigo y persecución que le garantizaba el sostenimiento del poder político, el poder económico y el poder de las armas para dirigir con buen suceso la familia de la sociedad feudal. Las enseñanzas de Jesús no habían cambiado el mundo como se esperaba, quedó demostrado en poco tiempo que el ser humano prefería más vivir en la corrupción, la avaricia, la injusticia y la impunidad que vivir obedeciendo las leyes de Dios en un ambiente de paz, libertad y armonía social. Qué coincidencia.

La libertad del ser humano, de la familia fue condicionada a través de los intereses de la iglesia y a los intereses de la sociedad dominada; obispos y sacerdotes eran obligados a obtener información confidencial de sus fieles sobre su vida y prácticas de la “herejía” en su comunidad; este mismo interés fue recogido por las autoridades civiles según el IV Concilio de Letrán de 1215.

Las penas para someter a la ciudadanía al “orden” divino eran confiscación de bienes, multas en dinero o especies, condena a ser torturado, condena a morir en la hoguera, condena para aceptar la excomunión, condena para ser desterrado. Asimismo se ejercía la presión psicológica a través de la publicación de gulas y otras medidas legales para corregir la indisciplina que afectaba al cristiano.

Las personas no cristianas eran consideradas “herejes naturales”, la herejía era un pecado, una cizaña de destrucción del ser humano capaz de romper la armonía entre la iglesia, contra el Rey, contra la patria y contra la sociedad; el castigo que se recibía por este delito era considerado como una expiación divina para un alma atormentada por el diablo y por los malos espíritus.

Al aceptar la iglesia un cambio de conducta para evangelizar al ser humano, aceptó también la tortura como el medio más convincente de hacer entrar en “razón” a aquellas personas y pueblos que se resistían a aceptar voluntariamente la fe cristiana. En 1224 el emperador Federico II redactó una serie de normas penales que fueron recogidas y puestas en práctica por el Papa Inocencio IV en el año de 1252, en el derecho canónico se autorizaba el uso de la tortura para arrancar confesiones a la víctima en el curso del interrogatorio inquisitorial.

Después de que el cristianismo y la iglesia impartían amor y perdón, sus “ángeles” malos repartían a diestra y siniestra palos y torturas para “atraer” al seno de ella a mayor número de personas. La inquisición tuvo verdadera urgencia en Italia, en España, Francia y América Latina; decayendo su actividad entre el siglo XIII y el siglo XVI en que se suprime la persecución y castigo por herejía quedando la práctica de brujería condenada a la persecución por la célebre “MALLEUS MALEFICARUM” que se publicó en 1486.

La actividad de la santa inquisición en toda Europa fue asfixiante a tal extremo que hasta los mismos cristianos veían con malos ojos las actuaciones de la santa inquisición. Por esta época el Papa Pío V da un impulso oportuno a la inquisición con la tristemente célebre ejecución histórica de Geordano Bruno por herejía en el años de 1600, ejecutado en la hoguera y el famoso proceso contra el astrónomo y matemático Galileo Galilei, a quien se le obligó a que se retractara de sus tesis científicas. Galileo fue condenado a prisión perpetua entre los años de 1611 a 1633 condena que fue conmutada por prisión mitigada en su propia residencia.

España seguía de cerca los movimientos religiosos de Europa, el Santo Oficio había promulgado la Santa Inquisición para apartar a los humanos del peligro de ser arrollados por las maléficas influencias del demonio. Los reyes católicos se vieron necesitados de la actuación del poder de la Santa Inquisición, para neutralizar en su territorio, invadido por los turcos otomanos, las malas influencias de estos en sus reinados.

Obligados los reyes católicos de España por la difícil situación de estar invadidos por gentes con creencias ajenas al cristianismo, para el año de 1478 consiguió centralizar la actuación de la Inquisición al nombrar una inquisición general para todos los reinos; en los primeros ocho años de responsabilidad religiosa la Inquisición mantuvo en la cárcel a más de cinco mil personas procesadas por delitos contra la Iglesia y contra el poder de los reyes católicos. De todos los procesados setecientos fueron condenados a muerte y la otra parte fue condenada a penas menores.