María Luisa Bombal (1910-1980). Escritora y música chilena.
Es una narradora poco conocida en Honduras, su obra no excede de dos novelas y
tres cuentos; publicaciones de una gran profundidad donde las mujeres son las
protagonistas que, a través de la narración suelen escaparse o esconderse de la
realidad.
Aborda la condición de la mujer desde lo social-psicológico
—apartándose del realismo que privó en su época en la literatura chilena— desnudando el tema de la soledad femenina. Su
obra es reflejo de su tormentosa vida y está compenetrada de la conciencia
individual y de una insondable atmósfera poética. Su técnica y propuesta
narrativa brindó una idea diferente de lo narrativo anticipándose a la literatura
fantástica. Uno de sus cuentos más destacados es El árbol.
El cuento se desarrolla en la estructura de una composición
musical. Tres compositores con carácter y estilos completamente diferentes,
tres épocas que se suceden: Mozart (1756-1791), Beethoven (1770-1827) y Chopin
(1810-1849) van recreando las diferentes etapas de la vida de Brígida,
protagonista, una vida sencilla, común e indiferente vista a través de una
especie de recuerdo/ensoñación.
Brígida, la menor de seis hermanos, ha sido casada con un
amigo de su padre, quien le dobla en edad. Su dormitorio es el espacio
narrativo donde confluye pasado y presente, sombras, recuerdos y sueños. Afuera
un árbol de gomero no deja contemplar a cabalidad la vida, una vida que se
desarrolla dentro de la cotidianidad: una calle que desemboca en un río donde
mariposean las voces de los niños, balcones de niquel, ropas colgadas y jaulas
con canarios sofocados por el intenso calor. Las ramas golpean la ventana de su
dormitorio pero solo las sombras penetran para reflejarse sobre un armario
donde guarda su vestimenta. El árbol de gomero encarna la vida, sus ramas en
permanente danza pujan por entrar a un espacio dominado por la oscuridad/muerte
como la música de Chopín; las hojas revolotean en juego llamando a la ventana de
Brígida como las composiciones de Mozart y se sostienen perennes en la
fortaleza del tronco como las composiciones beethovianas.
Los cuatro elementos están presentes en el cuento: la
tierra que sostiene y alimenta al gomero; pero al mismo tiempo lo ata a un solo
lugar. El fuego simbolizado el verano y el ardiente calendario que deja caer
sus luminosas páginas; desde esa imagen el tiempo se detiene en el aire y entre
el sopor de la habitación. El agua es el río, la lluvia, las lágrimas que
derrama la protagonista, los espejos en donde se refleja y el acuario donde
vive inmersa la mirada de Brígida. El viento el ente que hace que las hojas
visiten su ventana. Símbolos con los cuales María Luisa Bombal crea imágenes
sumamente poéticas, que según Seymour Menton caen en un incierto surrealismo
que no se concreta, pero además se percibe una influencia
simbolista-modernista.
Luis, su esposo, representa la senilidad, la edad que se
aproxima a la muerte, la decadencia pero también la dulzura, la comprensión y
la paciencia que solamente se gana a través de haber andado por los años. Al
contrario, Brígida figura la vida misma, el juego, la inmadurez, la inseguridad
de la juventud; pero también aquella
mujer a quien la suerte la relegó al silencio, por eso es un “collar de
pájaros”; condenados al silencio, atados a su cuello y a la tierra, sumisos
deseando la libertad.
El argumento pareciera remitirnos al siglo XIX o comienzos
del XX, una época de mucha influencia de la cultura europea en Latinoamérica.
Una familia tradicional donde la importancia del orden de nacer era fundamental
para heredar tradiciones, talentos, posiciones y por ende reconocimiento y un buen
futuro. La importancia que se le daba a los hijos mayores repercutía en los
menores, reflejados en el cuento en la manera de ser y valorarse de la
protagonista, prejuicios que no le permiten ver la vida como es, sino a través
de una ventana donde el árbol de gomero la obstruye. ¿Quiénes son los culpables
del comportamiento de Brígida, su padre o ella misma que se considera menos que
sus hermanas porque es diferente y admite el silencio? Al final lo único que le
queda es la música que la acompaña mientras ella recuerda a través de la
narradora, quien también la juzga a través de lo narrado.