domingo, 22 de octubre de 2017

EL ÁRBOL: Un cuento de María Luisa Bombal/Rebeca Becerra



María Luisa Bombal (1910-1980). Escritora y música chilena. Es una narradora poco conocida en Honduras, su obra no excede de dos novelas y tres cuentos; publicaciones de una gran profundidad donde las mujeres son las protagonistas que, a través de la narración suelen escaparse o esconderse de la realidad.

Aborda la condición de la mujer desde lo social-psicológico —apartándose del realismo que privó en su época en la literatura chilena—  desnudando el tema de la soledad femenina. Su obra es reflejo de su tormentosa vida y está compenetrada de la conciencia individual y de una insondable atmósfera poética. Su técnica y propuesta narrativa brindó una idea diferente de lo narrativo anticipándose a la literatura fantástica. Uno de sus cuentos más destacados es El árbol.

El cuento se desarrolla en la estructura de una composición musical. Tres compositores con carácter y estilos completamente diferentes, tres épocas que se suceden: Mozart (1756-1791), Beethoven (1770-1827) y Chopin (1810-1849) van recreando las diferentes etapas de la vida de Brígida, protagonista, una vida sencilla, común e indiferente vista a través de una especie de recuerdo/ensoñación.

Brígida, la menor de seis hermanos, ha sido casada con un amigo de su padre, quien le dobla en edad. Su dormitorio es el espacio narrativo donde confluye pasado y presente, sombras, recuerdos y sueños. Afuera un árbol de gomero no deja contemplar a cabalidad la vida, una vida que se desarrolla dentro de la cotidianidad: una calle que desemboca en un río donde mariposean las voces de los niños, balcones de niquel, ropas colgadas y jaulas con canarios sofocados por el intenso calor. Las ramas golpean la ventana de su dormitorio pero solo las sombras penetran para reflejarse sobre un armario donde guarda su vestimenta. El árbol de gomero encarna la vida, sus ramas en permanente danza pujan por entrar a un espacio dominado por la oscuridad/muerte como la música de Chopín; las hojas revolotean en juego llamando a la ventana de Brígida como las composiciones de Mozart y se sostienen perennes en la fortaleza del tronco como las composiciones beethovianas.

Los cuatro elementos están presentes en el cuento: la tierra que sostiene y alimenta al gomero; pero al mismo tiempo lo ata a un solo lugar. El fuego simbolizado el verano y el ardiente calendario que deja caer sus luminosas páginas; desde esa imagen el tiempo se detiene en el aire y entre el sopor de la habitación. El agua es el río, la lluvia, las lágrimas que derrama la protagonista, los espejos en donde se refleja y el acuario donde vive inmersa la mirada de Brígida. El viento el ente que hace que las hojas visiten su ventana. Símbolos con los cuales María Luisa Bombal crea imágenes sumamente poéticas, que según Seymour Menton caen en un incierto surrealismo que no se concreta, pero además se percibe una influencia simbolista-modernista.

Luis, su esposo, representa la senilidad, la edad que se aproxima a la muerte, la decadencia pero también la dulzura, la comprensión y la paciencia que solamente se gana a través de haber andado por los años. Al contrario, Brígida figura la vida misma, el juego, la inmadurez, la inseguridad de la juventud;  pero también aquella mujer a quien la suerte la relegó al silencio, por eso es un “collar de pájaros”; condenados al silencio, atados a su cuello y a la tierra, sumisos deseando la libertad.

El argumento pareciera remitirnos al siglo XIX o comienzos del XX, una época de mucha influencia de la cultura europea en Latinoamérica. Una familia tradicional donde la importancia del orden de nacer era fundamental para heredar tradiciones, talentos, posiciones y por ende reconocimiento y un buen futuro. La importancia que se le daba a los hijos mayores repercutía en los menores, reflejados en el cuento en la manera de ser y valorarse de la protagonista, prejuicios que no le permiten ver la vida como es, sino a través de una ventana donde el árbol de gomero la obstruye. ¿Quiénes son los culpables del comportamiento de Brígida, su padre o ella misma que se considera menos que sus hermanas porque es diferente y admite el silencio? Al final lo único que le queda es la música que la acompaña mientras ella recuerda a través de la narradora, quien también la juzga a través de lo narrado.

CAMILA, UNA JOYA DE NUESTRA LITERATURA

CAMILA, UNA JOYA DE NUESTRA LITERATURA
Por Jorge Martínez Mejía
 
Mencionar el apellido Becerra en Honduras es referirse a una culta familia dedicada al arte. Rebeca Becerra nació teniendo alrededor tías y tíos escritores y pintores, todos orientados a interrogar el sentido de la hondureñidad, si no a cuestionarlo. Una familia comprometida con las transformaciones sociales y marcada por ese mismo compromiso. No es de extrañar, por tanto, el tono reflexivo, interrogante que Rebeca utiliza en cada uno de sus libros publicados: En Sobre las mismas piedras (2004), nos interroga sobre la deshumanización de la vida; en Las palabras del aire (2006), nos muestra un movimiento pendular entre la vida y la muerte; en Persuasión de las cosas (2017), nos hace asomarnos por primera vez a contemplar el mundo desde la extraña presencia de las cosas en su cotidianidad.
 
Rebeca Becerra es exigente en la escogencia de las palabras. Cada uno de sus versos están construidos con una paciente inteligencia selectiva. Sus cualidades como poeta y los rasgos de su trabajo literario, confirmados por la crítica especializada de literatura, la emparentan con los connotados poetas Roberto Sosa y José Luis Quesada.
 
Camila, es un precioso relato poético. Un poema que puede leerse como un cuento. Rebeca utiliza en Camila la estrategia de invitarnos al mundo de Camila, su personaje, con un tono fraternal en la voz. Es una delicada ofrenda, como un grano de oro colocado en la palma de nuestras manos o un tibio rayo de sol.
 
Por esta sensación mágica Hernán Antonio Bermúdez señala en su prólogo al libro que:
“…Después de sus libros anteriores, donde la poesía asumía a menudo un carácter sombrío y lóbrego, la autora perfecciona ahora una entonación apegada a la secuencia de lo que quiere, de tal manera que las palabras salen escuetas, como chispas de su pluma”.
Como en el siguiente verso:
“Ella se despereza y sacude el cabello/adornado de estrellas, /sopla con su boquita de jarro/ a los murciélagos haraganes de los árboles.”
 
En general, la obra poética de Rebeca Becerra se sostiene en estructuras oníricas o similares a los sueños, en los que nos traslada a espacios lúdicos donde las imágenes de la realidad se deslizan hasta fundirse en la luz nebulosa de la fantasía, de tal manera que no es posible diferenciar entre una y otra. La convicción de la autora al presentarnos su mundo, extraído de la realidad concreta de su experiencia, a veces dolorosa y oscura, hace que nuestra lectura se vea afectada por la confianza que brinda la evidencia testimonial.
 
El cuidadoso registro de su mundo subjetivo y la precisión en la escogencia de sus materiales, modulan nuestra percepción para ofrecernos un conjunto de imágenes armoniosas de acuerdo a su intención artística.
 
Camila está distribuido en cinco partes: En la primera, Camila, en su espacio cotidiano, sale a la escuela. En la segunda, Camila habita la ciudad desde la ventana. En la tercera, El limonero: el amanecer, la luz y el viento anidan en el pelo de Camila. En la cuarta, El mar no conoce a Camila, la extraña. En la quinta, El espejo del bisonte, Camila ve en el espejo al bisonte y juntos juegan sobre la pradera.
 
En cada una de estas piezas que componen un conjunto melódico en Camila, se puede apreciar un acercamiento esotérico de Rebeca al mundo de las cosas cotidianas. Una mirada mágica, fascinada, que transforma recuerdos, sensaciones y emociones, para revelarnos el mundo extraño en que habitamos, y que muchas veces dejamos pasar como si nada. Pero es la magia de su palabra pulida con esmero, la que despierta insondables y maravillosos mundos solamente posibles a través de la poesía. Camila es un laboratorio de ensueño construido a base de diligente trabajo con la palabra, el esmero con el que Rebeca Becerra transforma las cosas habituales de la existencia, en auténtica poesía.
 
El carácter sustantivo del trabajo de Rebeca Becerra en las letras hondureñas es el resultado de la honestidad de su propuesta. Alejada del ejercicio banal de la acrobacia literaria, Camila es una joya de nuestra literatura, una ventana por donde se puede ver un mundo antagónico al sombrío lugar que habitamos.