Soñaba el Abad de San
Pedro y yo también sé soñar
Rebeca Becerra-Lanza
Tegucigalpa
M.D.C. 7 enero de 2012
Varios
intelectuales hondureños han escrito indagando profundamente en la obra de José
Cecilio del Valle (1780-1834). Este escrito no pretende más que recordar uno de
sus más significativos artículos en donde se aprecia claramente su propuesta
estratégica-política para nuestra América: Soñaba el abad de San Pedro y yo
también sé soñar.
Desde
una primera lectura advertimos que el título de este artículo está cargado de
una fuerte ironía. El sustantivo Abad significó primeramente un título de honor
y respeto dado a los monjes de edad avanzada, posteriormente fue adquiriendo
otro significado, el de superioridad, el Abad era el superior de un monasterio
(abadía); estas abadías fueron adquiriendo con el correr del tiempo poder
económico, jurisdiccional y administrativo, tanto así que las insignias de un
Abad son al igual que las de un obispo, la cruz pectoral, el báculo, el anillo
y la mitra. En este sentido el título del artículo adquiere un carácter
comparativo pero al mismo tiempo desafiante para la época en que fue escrito,
sin perder vigencia.
¿Pero
a qué Abad de San Pedro se refiere Del Valle? Al Abad San Pedro del Siglo XII
que desde su juventud llevó una vida eremítica, pero que al igual que el
Zaratustra de Nietzsche que abandona su patria para vivir en soledad en una
montaña alimentándose de sabiduría regresa a predicar entre los seres humanos,
el Abad de San Pedro del Siglo XII decepcionado del estrépito de la vida decide
regresar a su monasterio y su vida disciplinada.
O
se refiere en especial a uno de los abades del monasterio de San Pedro de
Cardeña, España, que entre los siglos IX y X fue víctima de las invasiones
musulmanas y, donde doscientos monjes que vivían dedicados al trabajo, el
estudio y las razones de Dios fueron degollados y soterrados en el claustro,
conociéndose después este hecho histórico como los mártires o el martirologio
de San Pedro. El monasterio aun en pie sigue nombrando abad.
O
es solamente este hermoso título una alegoría considerando la carga semántica
de poder que a lo largo de la historia adquirieron los sustantivos Abad y San
Pedro relacionándolo con el poder que el imperio español, no sólo desde el
punto de vista religioso, sino cultural y político, ejercía sobre el
pensamiento de los habitantes de la Nueva España.
Los
abades eran también personas dedicadas al estudio y la escritura como el mismo
Del Valle, pero no es solamente una comparación personal y narcisista, la
conjugación copulativa “y” que es utilizada como enlace, cumple otra función la
de dar fuerza de expresión al “yo también sé soñar”. Generalmente esta función
de la conjugación “y” en el español actual no va precedida de otra frase.
El
pronombre personal “yo” de Del Valle referente al sujeto humano que describe
una realidad desde una toma de conciencia definida, es un yo que transgrede y
toma una personificación de todo un continente, el yo es la América misma, una
América en la que también hay cultura, seres humanos ilustrados, pensamiento
generado dentro de sus conflictos históricos, pero principalmente sueños que
debemos llevar a la práctica.
José
Cecilio del Valle es el más grande erudito y pensador centroamericano hasta
ahora conocido, considerado también el precursor del pensamiento unionista de
América junto a Simón Bolívar (1783-1830) y Francisco Miranda (1750-1816), es
el primero en pensar y proponer una estrategia para los Estados de América
basada en la unión, la solidaridad y la igualdad. Dice Ramón Oquelí en su
ensayo Obsesión científica de José Cecilio del Valle “es seguramente el
pensador americano más ambicioso del siglo 19, el que tenía mayor conocimiento
de autores de la antigüedad y contemporáneos… inscribiéndose dentro del
pensamiento universal…Es difícil encontrar un tema que no haya tratado, desde
la piedra y los vientos hasta Dios y logró en vida se le reconociese como
Sabio”.
Procedente
de la aristocracia criolla, mucho se le ha criticado el haber redactado y
firmado el Acta de Independencia de Centro América, un documento sin
consistencia, que no hacía ningún planteamiento político-administrativo con el
que se gobernarían las provincias.
¿Pero
estaba Valle de acuerdo con la declaración de una independencia o se vio
obligado a ser parte de aquellos que la declararon antes de que el pueblo
centroamericano se levantara en una sangrienta revolución? ¿Fue Del Valle un
instrumento de la élite criolla o fue él mismo parte de una estrategia propia
para llegar al poder, ser presidente de Centro América y poner en práctica su
pensamiento que lamentablemente le fue imposible?
En
su artículo Del Valle se lamenta de la falta de unión de los pueblos
latinoamericanos debido a una casi nula comunicación entre las provincias;
pueblos que desunidos jamás alcanzarán su desarrollo político, económico y
social.
“La
unidad de tiempo —dice— es en dos grandes planes la que multiplica la fuerza y
asegura el suceso; la que hace que dos tengan más poder que un millón. Cien mil
fuerzas obrando en períodos distintos sólo obran como uno. Diez fuerzas obrando
simultáneamente obran como diez”. En este sentido Del Valle afirma que las
declaraciones independentistas habían fallado porque no se dieron
simultáneamente, es decir, aunando una sola fuerza, sino en tiempos diferentes
interrumpiendo la marcha para lograr una Latinoamérica verdaderamente
independiente pero al mismo tiempo unida y fuerte.
La
América pre-independentista —razona— no tenía un plan estratégico el cual
exigía la magnitud de la causa por la que se proclamaron las independencias,
esa causa no es otra más que la búsqueda de la libertad, el rompimiento de las
ataduras de cualquier potencia extranjera que dominara o quisiera dominar a la
América. Las independencias fueron descoordinadas debido a varios factores, uno
de ellos el aislamiento, ya mencionado, las características físicas del
territorio que provocaron parte de ese aislamiento y por ende la
incomunicación, y las guerras internas; esto ocasionó que no se generara un
sentimiento de unidad e identidad cultural, que posteriormente plantea Simón
Bolívar que, a diferencia de José Cecilio del Valle, lleva a la práctica a
través de la lucha de liberación en Sur América.
¿Por
qué —se preguntaba Del Valle— si la Europa es capaz de juntarse en un Congreso
cuando las condiciones lo requieren, la América no puede hacer lo mismo? De ahí
que plantea la idea de constituir un Congreso General con sede en Costa Rica o
León con representación de todos los países de América donde se abordaran los
temas políticos, económicos, militares, etc. “Un Congreso donde “unidos sus
Diputados y reconocidos sus poderes se ocupasen en la resolución de este
problema: trazar un plan más útil para que ninguna provincia de América sea
presa de invasiones extranjeras, ni víctima de divisiones intestinas”.
Expresa:
“…¡qué espectáculo tan grande presentaría en un Congreso no visto jamás en los
siglos, no formado nunca en el antiguo mundo, ni soñado antes en el nuevo!” “Se
crearía un poder, uniendo las fuerzas de 14 o 15 millones de individuos
—población de América para mediados del Siglo XIX—haría a la América superior a
toda agresión; daría a los Estados débiles la potencia de los fuertes; y
prevendría las divisiones intestinas de los pueblos sabiendo éstos que existía
una federación calculada para sofocarlas”. Hoy somos más de 570 millones de
latinoamericanos, con variadas herramientas para la comunicación.
Luego
conformar la federación capaz de unir todos los Estados de América y echar
andar un plan económico para lo que propuso la creación de un “tratado general
de comercio” que abarcaría a todos los Estados latinoamericanos. Este plan
mejoraría las condiciones económicas de América “generando riqueza y poder”.
En
el pensamiento de Del Valle Centroamérica sería el punto de gestación y de
partida de ese gran proyecto político-económico y social para lograr lo que él
mismo define “una sola y grande familia” que es necesario construir:
Latinoamérica, y a la que Simón Bolívar se refiere como la “patria grande”.
Centroamérica se convertiría en ese centro desde donde con la participación
democrática de los Estados latinoamericanos se impulsarían los cambios en los
ámbitos antes mencionados. Es evidente ¬aunque no textualmente¬ en este
artículo que para lograr este ambicioso proyecto era necesario primero lograr
la unión de Centro América.
La
solidaridad es imprescindible e inevitable en el “yo también sé soñar”, un
pacto solemne de solidaridad, “los pueblos deben socorrerse unos a otros” ante
las intervenciones extranjeras y las divisiones internas. En este sentido
proponía un proceso pacífico que cesara con las luchas intestinas que
desangraron el territorio latinoamericano por décadas y, resolver los
conflictos con el diálogo razonable acudiendo a las instancias respectivas de
cada uno de los países.
“Volvamos
los ojos al futuro” —expresa adolorido Del Valle— porque esa falta de
planificación, esa falta de estrategias políticas-económicas solamente condujo
al derramamiento de sangre, “sangre y revoluciones son los sucesos que refiere
la historia, muerte y horrores son los hechos de sus anales”. Demasiado
idealista, demasiado intelectual, demasiado pacifista o visionario?
Del
Valle reconoce en este ensayo la fuerza de los países australes, hoy Sur
América, “tierra venturosa donde brotó primero” la libertad. “El Sur se cubría
de sangre —expresa— por defender sus derechos; y el Norte mandaba millones al
gobierno que intentaba sofocar aquellos derechos”. En este sentido diferenció
la hoy América Central antes Nueva España conformada por Guatemala, San
Salvador, Comayagua, León y Panamá como la zona oscura del imperio español esa
que había que darle luz, y la austral, como la luminosa conformada por “el
nuevo reino de Granada, Santa Fe, Caracas, Buenos Aires y Chile.
Sus
propuestas no dejaron ni dejarán de tener vigencia mientras no se lleven a la
práctica, estas abarcan el ámbito nacional, centroamericano y latinoamericano.
Sus planteamientos van más allá de lo que expresa en este artículo, otros
abordan el tema educativo, la justicia, la libertad de expresión, la paz
internacional, etc.
Del
Valle nos demuestra que es necesario el estudio de nuestras propias problemáticas
para teorizar y trazar estrategias, proponer soluciones. Crear pensamiento
desde nuestra Patria.
Rebeca... saludos y éxitos para ti. Te felicito mi hermana, me agradaría para bien de la ciudadanía hondureña, toda, estuvieras en la radio revista, "Una Tarde Sin Estrés, audición que tengo el orgullo de 'coordinar' con mis demás compañeros y colegas, somos tres: Lda. Ethel Valladares, Ldo. Randolfo Rodríguez, y este tu servidor: Ldo. Manuel Carías. ABC Radio: 550 AM todos los días de lunes a viernes, 14:00 a 17:00 horas, y también por: www.abcradiohn.com
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