Crónica y Fin de crónica
Rebeca Becerra
Tegucigalpa M.D.C
septiembre de 2009
Publicado en:
Crónica rápida
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El 15 de septiembre es una fecha
simbólica para el pueblo hondureño hoy celebramos el 188 aniversario de
“nuestra independencia”. Personas humildes van llegando a pie desde sus casas
porque el ejército ha obstaculizado el paso cerrando calles, bajando personas
de los buses para que no lleguen a la marcha de la Resistencia. La banda de
guerra del Instituto Central Vicente Cáceres, que desde hace más de cincuenta
años es la más esperada por la población que asiste a los desfiles, ha sido
detenida por un grupo de diez militares para que no participe con la
Resistencia; además han sido confiscados los instrumentos de varios colegios públicos.
Sin embargo el pueblo es sabio — Micheletti— y llegará a su destino.
La gente canta, ríe, salta, grita, hay representaciones teatrales, todo es una algarabía de emociones indescriptibles y creatividad. El pueblo que antes solamente era espectador de los desfiles hoy es el desfile mismo, el desfile de la dignidad.
La simbología en este aniversario de la patria ha adquirido otros significados, otros colores, se ha convertido en el espacio perfecto para la protesta contra el golpe de Estado. Las personas conscientes saben que no somos independientes –expresa una anciana símbolo de la Resistencia- mientras veo el boulevard Morazán donde no se le da fin a la marejada de personas y voces, es el día 80 de la Resistencia.
La gente canta, ríe, salta, grita, hay representaciones teatrales, todo es una algarabía de emociones indescriptibles y creatividad. El pueblo que antes solamente era espectador de los desfiles hoy es el desfile mismo, el desfile de la dignidad.
La simbología en este aniversario de la patria ha adquirido otros significados, otros colores, se ha convertido en el espacio perfecto para la protesta contra el golpe de Estado. Las personas conscientes saben que no somos independientes –expresa una anciana símbolo de la Resistencia- mientras veo el boulevard Morazán donde no se le da fin a la marejada de personas y voces, es el día 80 de la Resistencia.
Cambio del canal 36 al canal 8, robado por el gobierno de facto, antes canal del Poder Ciudadano, veo a Roberto Micheletti y su gabinete con una sonrisa forzada, como forzados a asistir han sido los colegios privados, instituciones públicas, fuerzas armadas, la marina, fuerza aérea, policía nacional, oficiales retirados, veteranos de guerra, reservistas (que ya no pueden llevar el paso), entran en el Estadio Nacional donde en otros años reventaban las voces del pueblo y sus palmas recibiendo al mismo pueblo. El estadio está vacío y los voceros que narran el raquítico desfile no hayan como justificar el vacío que seguramente les duele en el alma. Micheletti ha recurrido a toda la fuerza armada para llenar el estadio, se ven militares ocupando las graderías y seguramente también recurrieron a sus familiares.
Los voceros expresan que celebramos también una segunda independencia, nos hemos liberado, según ellos, de las garras de Hugo Chávez, la mujer que narra llora, mientras en el cielo se hace despliegue de maniobras aéreas, solamente falta que introduzcan a nuestro estadio nacional una demostración de arsenal bélico terrestre.
Estas son las dos caras de la moneda, como las dos caras que representan la comedia y la tragedia del teatro griego. Este día ha servido como la evidencia más clara que Roberto Micheletti se encuentra viviendo una fantasía de Walt Disney o más bien una película de Rambo en un país de guancascos, de composturas, de chugú y dugú, de sikin, mientras las tanquetas rodean el estadio nacional.
Fin de crónica
Y
como no aguanté ver feliz a mi pueblo en una fiesta donde Roberto Micheletti
hubiera querido ser invitado, tomé mis dos hijas y me fui a unirme, a llenarme
de sudor, a saludar y platicar con personas que nunca he conocido, porque si
algo nos ha enseñado esta lucha de resistencia es a conocernos a nosotros
mismos, encontrar viejos amigos y amigas, vecinos y vecinas que jamás pensamos
se embarcarían en esta maravillosa empresa; compartir comida, agua, la sombra
de las sombrillas que se unen para quien quiera resguardarse, la solidaridad de
protegernos entre nosotros mismos, cooperar con dinero para aquellas personas
que no tienen como regresar a su casa; el pueblo se ha tomado de las manos para
hacer vallas, manos que jamás habíamos estrechado.
Y
la fiesta continúa Señor Micheletti, las actividades artísticas por la tarde,
la caravana de carros; lo que sucede es que la lucha a pesar del hambre da más
ganas de luchar; el cansancio no existe, somos los guerrilleros de la paz no
nos rendiremos jamás.
De
nada le sirvió Sr. Micheletti mandar a resguardar con elementos del ejército la
estatua del general Francisco Morazán, porque ésta y los ideales de tan ilustre
hombre que manchó hoy llevándole arreglos florales que el pueblo no puede
comprar sólo usted y sus compinches, le pertenecen a los humildes. Los pobres
militares se retiraron como perros con la cola entre las patas, porque sus oídos
no pudieron soportar el clamor de la verdad y Morazán lució la bandera
nacional, la bandera con el rostro del Che Guevara, la bandera del partido
liberal, la bandera de la Unión Democrática, y todas las banderas que han
surgido del imaginario del pueblo.
Para
boicotear la marcha de la Resistencia secuestraste la banda de guerra y las
palillonas del Instituto Central Vicente Cáceres, como un vil capo enviaste un
bus del ejército con hombres armados a amenazar a muerte a estudiantes de
secundaria cuya arma es un instrumento musical y un bastón para deleitar al
pueblo, es usted un excelente estratega militar que ni el general Pathon,
MacArthur y mucho menos Napoleón pudieron haberse imaginado tal maniobra, pues
la destreza y estrategia de sus operaciones son insuperables gracias al apoyo
logístico de su hombre insigne Romeo Vásquez Velásquez, se necesita
definitivamente de un ejército para detener unas palillonas y unos jóvenes que
lo único que saben hacer es tocar canciones al ritmo de la juventud.
Los
hiciste desfilar resguardados por militares a la par de tu demostración bélica en
el estadio nacional, hasta dónde llega tú desesperación, no te das cuenta que
vas quedando solo. Quizás te llame a la reflexión decir que el pueblo más
pacífico de la tierra, un pueblo hambriento, pobre, vestido con los harapos que
jamás podrás lucir, es el más valiente del mundo.
VIVA
LA RESISTENCIA.
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