En torno a la autoconvocatoria
Rebeca Becerra
Tegucigalpa M.D.C 15 de marzo de 2011
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El término autoconvocatoria florece bajo la sombra de las propuestas teóricas de Cornelius Castoriadis (1922-1997 francés de origen griego); quijote del concepto de autonomía política y creador de su propia teoría filosófica: El autonomismo y el socialismo libertario.
Castoriadis plantea que el cambio en las
sociedades emerge del imaginario social, crea entonces una teoría de la
imaginación colectiva. Es en el imaginario individual y colectivo donde
construimos la sociedad y el mundo en el que queremos vivir y no en el que vivimos.
Podemos
definir la autoconvocatoria como un acto autónomo representativo colectivo de carácter ético-moral que no
acarrea consecuencias en el ámbito jurídico porque no es una causa que dé
elementos para una acción jurídica.
Lleva
implícito una gran carga simbólica de responsabilidad civil porque se actúa con
conocimiento pleno en este caso de causas que generan la acción.
Es
un acto que no representa poder visto desde el Estado, porque éste se ejerce desde
las instituciones del mismo, pero como es una facultad del pueblo representa
poder democrático. Demuestra el empoderamiento de querer cambiar lo que no
funciona, expresado en un espacio y tiempo determinado.
La
autoconvocatoria es entonces una herramienta más que cohesiona las fuerzas
individuales de diferentes y diversas entidades sociales e individuos que son
movidos por objetivos comunes. Al cohesionarse los imaginarios individuales se fortalece
el imaginario colectivo.
En
Honduras la autoconvocatoria tiene razón en el contexto de la realización de la
Asamblea Nacional Constituyente para estructurar una Constitución que esté de
acuerdo a ese imaginario colectivo y proceder, como se ha establecido en el
discurso, a la refundación del país, que no es más que lo que “deseamos”: transformar radicalmente: los principios ideológicos de la sociedad
en la que imaginamos para hacer la sociedad imaginada.
¿Cómo se llega a la
decisión de realizar una autoconvocatoria? A través de un proceso de razonar en
el ser social que somos y en el que podemos ser si cambiamos las estructuras
sociales que nos imponen lo que no queremos ser o sea lo que somos ahora.
Dice Castoriadis la “autonomía consiste en la
aparición de un ser que cuestiona su propia ley de existencia, de sociedades
que cuestionan su propia institución, su representación del mundo, sus
significaciones imaginarias sociales”
El
término autoconvocatoria es parte de ese imaginario social donde la creatividad
del individuo de encontrar herramientas y formas de lograr lo imaginado no
tiene límites. No es de nadie pero es de todos/as. Como término lingüístico autoconvocar y autoconvocatoria no
existen en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española; los
términos registrados y adoptados son convocar
y convocatoria o convocatorio.
En este caso la construcción gramatical correcta sería convocarme y convocarnos,
utilizando pronombres y no prefijos.
La
necesidad de identificación con un lenguaje que exprese lo que soñamos, lo que
sentimos, lo que queremos construir, los seres que soñamos ser; un lenguaje que
se adapte a nuestras necesidades dentro de los nuevos y no tan nuevos procesos
revolucionarios de América Latina, desemboca en la creación espontánea de
términos, orientados por diferentes teorías filosóficas y doctrinarias, etc., que
nos proporcionan identidad dentro de un sistema económico-político y social que
nos ha despersonalizado.
Auto, es una apócope que actúa como forma
prefijal que relaciona sustantivos, adjetivos y verbos; su significado es “propio”, “por sí mismo o por sí solo”.
La prefijación es uno de los procesos de formación de palabras en el español y matizan, corrigen, modifican u orientan el
significado de la palabra. La carga semántica la mantiene la palabra original,
el prefijo da un matiz. Hemos antepuesto el prefijo auto al término convocatoria,
entonces literalmente su significado sería: un
llamado hacia nosotros mismos, un llamado hacia mí misma o mí mismo. O sea convocarnos
por decisión propia y no esperar el llamado de nadie más que no sea el
imaginario de un pueblo que desea cambiar su destino. En este autollamado se
encuentran los dos seres el real y el imaginario, es entonces cuando lo
imaginado va a tomar forma e incide en otras formas más concretas, en nuestro
caso, la Asamblea Nacional Constituyente y la estructuración de esa
Constitución, que será un imaginario hecho realidad. Sin embargo el poder
aplicarla es otra cosa, solamente se puede hacer desde la toma del poder, desde
adentro de las instituciones del Estado y es ahí donde procede otra parte del
proceso revolucionario, específicamente el nuestro, ¿Cómo se llegará al
poder? ¿Cuándo se llegará al poder?
Estos
términos que no tienen cabida, hasta el momento, en el español estándar, o sea la
forma elaborada por los organismos encargados, en este caso la Real Academia
Española y las Academias Españolas de cada uno de los países donde se habla
español, tendrán que adoptarse en un futuro no muy lejano pues lo está
imponiendo el pueblo, ya que los términos se estandarizan de acuerdo al mayor
número de hablantes. Por ahora están fuera del academicismo, necesario por
supuesto, formando parte de una gama de elementos creativos, pragmáticos,
sintácticos, etc., que solamente son valorados en la práctica cotidiana del
lenguaje: el habla.
Si
bien la discusión no es en sí si la Real Academia Española de la Lengua haya
adoptado o no el término, si es correcto o no su uso, es necesario saberlo. Lo
importante aquí es la pragmática; tener nociones de donde se origina el término
que hoy se encuentra en boca de los integrantes de los movimientos
revolucionarios de América Latina y ahora de las y los hondureños y hondureñas
que nos encontramos en este proceso.
Ahora
pensemos cómo será ese día, yo me lo imagino como el día de la instauración de
una gran fiesta nacional, la fiesta del pueblo, nos celebramos a nosotros
mismos porque nadie lo hará por nosotros, porque hemos sido capaces de llegar a
ese día, que seguramente, será el más importante de nuestras vidas y de nuestra
historia. La gran fiesta popular, la fiesta de la cultura popular. Preparémonos
entonces…
"me canto y me celebro,
y me celebro y me canto,
y si me canto y me celebro,
es porque te celebro y te canto,
porque cada átomo que te pertenece me pertenece,
porque tú y yo somos la misma cosa"
y me celebro y me canto,
y si me canto y me celebro,
es porque te celebro y te canto,
porque cada átomo que te pertenece me pertenece,
porque tú y yo somos la misma cosa"
Walt Whitman
Me celebro y me canto a mí mismo
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