sábado, 31 de agosto de 2013

SURCAGUA: Lugar de ranas


NOTA: 
Debido a la falta de financiamiento para publicaciones impresas, utilizaré mi blog para difundir una investigación realizada en y sobre el municipio de Santa Lucía, Francisco Morazán, denominado SURCAGUA: lugar de ranas que aparecerá en varias partes. 





SURCAGUA:
Lugar de ranas



Atrás quedaba el camino en el polvo dorado del sol,
las casitas que nos dieron blancas buenas tardes y la cruz de la Mina Grande,
ante la que es costumbre de los caminantes rezar tres credos.
Santa Lucía se apareció, vestida de pinares,
cándida en la luz patriarcal del día,
como una novia saliendo a recibirnos al balcón de sus montañas.

Tierras de pan llevar
Claveles de Santa Lucía/ Rafael Heliodoro Valle


Parte 1


SUPUESTO DESCUBRIMIENTO
Y NOMBRE DE SANTA LUCÍA


Santa Lucía es uno de los municipios más pequeños del departamento de Francisco Morazán, mide alrededor de 59.9 kilómetros cuadrados. Todo el municipio está ubicado en zona montañosa en uno de los tres ramales en que se divide la Sierra de Lepaterique, que comienza al sur del Valle de Comayagua donde es conocida con el nombre de Yerba Buena. Es precisamente en el ramal norte donde se yergue el cerro de Santa Lucía acompañado por los cerros de Canta Gallo, San Juancito y La Tigra último que culmina en las elevaciones de El Hatillo y El Picacho. (Portillo: 2008: Pág. 61).

La Sierra de Lepaterique encierra en sus montañas una riqueza natural incomparable que abarca la vegetativa y fauna, prueba de ello es el Parque Nacional La Tigra; y en su ramal suroriental la Reserva del Uyuca, entre otras zonas de importancia. Por la riqueza de sus suelos, varias de sus montañas fueron explotadas durante la época colonial al descubrirse en estas vetas de plata y oro; la explotación continuó durante el período independiente en el pueblo de San Juancito. El descubrimiento de minerales dio origen a la conformación de la mayoría de los pueblos que quedaron “atrapados” entre la espesa neblina de las montañas como es el caso de Santa Lucía y San Juancito. El patrimonio de la Sierra de Lepaterique y sus montañas se diversifica hasta la riqueza antropológica, dicha sierra está ubicada en el centro del país, zona que durante la época precolombina fue territorio habitado por el grupo étnico Lenca.

Es muy probable que el nombre de Santa Lucía aparezca por primera vez en un documento del año de 1580 que el Gobernador de Honduras Alonso de Contreras envía al Rey desde Guatemala informando que:
“…unos indios del pueblo de Tegucigalpa le llevaron al justicia mayor de Valladolid de Comayagua Don José de Santiponce un mineral que al fundirlo se vio que era plata de muy buena ley, al ver este mineral el gobernador con otros vecinos de Comayagua fueron al sitio donde los indígenas les habían comunicado haber encontrado el mineral que ellos no sabían lo que era, en un cerro muy escabroso lleno de pinos, y robledales y otras maderas, al dicho cerro yo le puse por nombre Santa Lucía por ser día de esta santa, que de tres meses a esta fecha ya hay varios mineros dedicados al trabajo de extracción del mineral, pero les falta mano de obra, ya que los pueblos más cercanos al dicho Santa Lucía son los de Tegucigalpa y Comayagüela, que los dos tendrán como 60 vecinos (lo que darían ahora una población de 300 almas) por lo que están suplicando a S. M., 60 esclavos negros para ahondar la veta que quedó al descubierto al quemarse parte del cerro”. (Martínez Castillo: 2009: pp. 6-7).

Según este documento, Contreras asegura que 3 meses atrás varios mineros ya estaban explotando las vetas de plata, lamentablemente no da más datos sobre los mineros que las explotaban, su lugar de procedencia y si eran españoles, igualmente dónde se encontraban ubicadas. Sin embargo Reynoso citado por Linda Newson en su libro El costo de la conquista afirma que las minas de Santa Lucía se descubrieron 2 años antes en 1578 (Newson: 1992: p.224).

Para Mario Felipe Martínez Castillo las fechas van más atrás:
“…es muy probable que entre 1540 y 1560 habitantes de Comayagua hayan encontrado vetas de plata en las montañas de Tegucigalpa, principalmente en el área de Santa Lucía, y que desde esa fecha se haya iniciado una incipiente explotación minera en el área”. (Martínez Castillo: 1982: p. 15).

Carlos Molina Arguello en su libro La cronolografía de la formación de Tegucigalpa publicado en 1978 y citado por Leticia de Oyuela, en su libro Esplendor y miseria de la minería en Honduras, dice que “por el año de 1580 un minero llamado Gaspar de Santiponce llevó a fray Pedro Jiménez a un paraje, sobre un abrupto picacho donde bautizaron una mina con el nombre de Santa Lucía, en correspondencia al onomástico del monasterio dedicado a la Santa Patrona de los no videntes”. (Oyuela: 2003: p.56).

“Según documentos existentes en el Archivo General de Indias en Sevilla que contiene informes de los Oficiales de las Casas Reales de Comayagua éstos hacen saber a Su Majestad que “hará cosa de 12 a 15 años se descubrieron unas minas de plata en los cerros que llaman “de Tegucigalpa” y que al presente estaban en escasa producción en el año de 1589. Así pues, si retrocedemos doce o quince años de esta fecha, obtendremos 1574 y 1577. Esta fecha es indudablemente la que corresponde al momento en que ya un buen número de mineros estaba dedicado de lleno a la explotación minera, y no precisamente al momento en que estas minas se descubrieron y sus propietarios empezaron la labor de la plata.” (Legajo 43 AGIA de G. en Martínez Castillo: 1982: p. 15).

Con estas aseveraciones de Martínez Castillo nos acercamos a la fecha que plantea Reynoso, 1578, y que retoma Linda Newson y 2 años después de la fecha de Alonso de Contreras Guevara 1580.

Se puede resumir que la fecha de fundación del poblado de Santa Lucía sea entre 1578 y 1580, pero que interpretaciones de documentos históricos revelan que la actividad minera incipiente en los cerros alrededor de Tegucigalpa comenzó 12 o 15 años antes de estas fechas.

Su topónimo

Al arribo de los españoles el grupo étnico más numeroso en el territorio que hoy conforma la República de Honduras era el lenca; poblaron parte del departamento de Lempira, Intibucá y La Paz; gran parte de Valle, Comayagua y Francisco Morazán, incluyendo Tegucigalpa; el sur y el este de Santa Bárbara y el noreste de Choluteca. (Chapman: 1978).

MAPA No. 1
Distribución de las culturas indígenas antes de la conquista española



Fuente: Linda Newson. El costo de la conquista. 1992

Si bien el área de Santa Lucía queda comprendida dentro de lo que fue la zona lenca como podemos observar en el mapa anterior, la topografía de su terreno montañoso no permitiría el desarrollo de un asentamiento indígena, generalmente estos se ubicaban en los grandes y pequeños valles, o en las zonas bajas cercanas a los ríos; lugares que permitieran el cultivo, la pesca, por lo tanto la instalación a mediano y/o largo plazo de grupos humanos. Sin embargo Anne Chapman nos dice que los lencas preferían las zonas altas y montañosas. En el libro Honduras histórica y geográfica publicado para el Primer Centenario de la Dirección de Estadísticas y Censos y que abarca los años de 1880 a 1980, en el pequeño apartado referente a Santa Lucía, se asegura que “los indígenas fueron sus primeros pobladores, posteriormente los españoles trabajaron sus ricas minas” (pág.149). Pese a lo anterior no se han encontrado indicios de asentamientos humanos precolombinos en lo que actualmente comprende la ruta minera Santa Lucía-Valle de Ángeles-San Juancito.

Durante el poblamiento de Tegucigalpa a partir de 1578, cuando ya se habían descubierto minerales en las montañas de Santa Lucía, habitaban en las faldas del cerro Sapusuca, conocido actualmente como El Picacho, un poblado de indígenas que entendían la lengua náhuatl o mexicana; las milperías se localizaban en las vegas del Río Grande o Choluteca hacia el lado noroccidental del Sapusuca (Valenzuela: 1931: pp. 33,98). Se deduce que los antiguos habitantes de Tegucigalpa eran de procedencia lenca, posteriormente con la explotación de las minas tanto de Tegucigalpa como de Santa Lucía fueron trayendo indígenas de diferentes lugares y grupos étnicos y por supuesto negros y mulatos para que se dedicaran a la siembra, el trabajo en las minas y en calidad de servidumbre; es así que se conforma el pueblo de Comayagüela de los indios y otras poblaciones alrededor del centro del lugar llamado Tegucigalpa.(Martínez Castillo:2009).

En el caso de Santa Lucía no se tiene fuentes documentales de asentamientos indígenas antes de que el pueblo fuera fundado por los españoles. El lugar arqueológico más cercano a Santa Lucía está ubicado en la colonia El Sitio en terrenos privados.

Alberto Membreño afirma que al antiguo terreno del departamento de Tegucigalpa hoy Santa Lucía se le llamaba Surcagua que significa “lugar que tiene ranas.” (Membreño: 1994: p. 189).

“Esta palabra está compuesta por Xochcahua, derivado étnico de Xochcahuacan, “lugar que tiene ranas”, compuesto de Xochcatl, rana, y huacan, partícula posesiva e indicativa del lugar”. (Membreño: 1994).

Este topónimo es retomado por Carmen Fiallos al describir el municipio de Santa Lucía, confirmando que “su nombre primitivo fue Surcagua que significa “lugar de ranas.” (Fiallos: 1989: p. 179).

En el estudio introductorio al libro de Membreño, Toponimias indígenas de Centroamérica (Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua), Atanasio Herranz nos hace ver que el error principal de Membreño en sus trabajos de toponimia fue creer que la mayoría de éstos (topónimos) eran de procedencia náhuatl, obviando las lenguas que se hablaban en Honduras al momento de realizar la investigación, finales del siglo XIX y principios del XX.

Debido a la falta de investigaciones lingüísticas en relación a los topónimos en Honduras o estudios toponímicos, no se cuenta con más información sobre el origen indígena del nombre de este poblado.

En Honduras, como en el resto de los países de Latinoamérica, el predominio de los nombres vernáculos sobre los autóctonos tuvo un papel fundamental en el proceso de la colonización, estamos hablando del uso del lenguaje como herramienta de poder e imposición. En el caso de Honduras algunos lugares conservaron sus nombres indígenas principalmente donde hubo o se desplazaron asentamientos humanos indígenas. Otros variaron en su pronunciación y escritura a lo largo del período colonial. También se dio lo contrario, los nombres indígenas fueron sustituidos completamente por otros nombres impuestos por los españoles, principalmente aquellos relacionados a entidades religiosas santas, vírgenes y santos católicos, así como nombres de lugares de España y apellidos de los colonizadores, tal sería el caso de Santa Lucía. En otros casos se mezclaron nombres provenientes de las lenguas indígenas con nombres vernáculos.

La manipulación de topónimos no solamente supuso un cambio lingüístico sino la conformación de una nueva identidad o identidades de poblaciones con diferentes grupos humanos, es decir, que se relegó al olvido esos nombres, se sobrepuso a una realidad socio-histórica un nuevo imaginario de lugar, referencia y de pertenencia como es caso del pueblo de Santa Lucía.

Los topónimos como fenómeno lingüístico encierran dos dimensiones, la de hechos registrados en una etapa histórica y la geográfica; en este sentido son formas simbólicas de apropiación del espacio físico y temporal, que, también forman parte de las etapas de desarrollo de las lenguas que los crearon, en este caso de las lenguas indígenas. Pero también encierran una dimensión histórica, social y antropológica.

La actual Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación (Decreto Legislativo 220-97) contempla que conforman parte del Patrimonio Cultural: Los monumentos, bienes muebles, los conjuntos, los sitios arqueológicos, zonas arqueológicas, las colecciones arqueológicas, los fondos documentales, los fondos bibliográficos, las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas vivos y las manifestaciones culturales de origen vernáculas vivas. No se especifica que los topónimos como tales formen parte de nuestro Patrimonio Cultural pese a que son testimonio de nuestro pasado y referentes de nuestra actual realidad e identidad cultural.

¿Es necesario rescatarlos los topónimos? Es completamente válido, eso no significa volver al pasado o cambiar nuestra forma de vivir. Nuestra identidad o identidades son lo que actualmente somos, pero sí podemos incorporar elementos que en circunstancias ajenas a nuestra época histórica como la conquista y la colonización fueron usurpados, cambiados y echados al olvido.

Dice, José Antonio Mac Gregor que “…la identidad es un sentido de pertenencia (Mac Gregor, Pág. 48) he aquí el elemento de carga espacial (territorial) que encierra un topónimo, además de otros elementos que nos hacen sentirnos parte de…; dichos elementos pueden ser locales, regionales o nacionales y pueden ser parte del patrimonio inmaterial o material. “La identidad —continúa Mac Gregor— es lo que somos ahora ¿Qué es lo que somos? Somos pasado, somos sueño, somos futuro.” (Mac Gregor 2011: Pág 48).

Cuando Membreño nos está diciendo que Surcagua significa un lugar de ranas, inmediatamente nos remitimos a un ecosistema donde abundaba la vegetación, las corrientes de agua (arroyos, lagunas, ríos), la abundancia de esta especie de anfibio y de otras especies animales como insectos para su alimentación; o sea un lugar de abundancia natural. Al mismo tiempo se pueden ingerir las características del terreno, y de vegetación, tierras altas con clima húmedo subtropical, de bosque nublado. El cerro de Santa Lucía pertenece al ramal norte que toma la Sierra de Lepaterique, conjuntamente con el Cerro de Canta Gallo, San Juancito y La Tigra; son también parte última de ésta El Hatillo y El Picacho (Portillo: 2008: Pág. 61).

En el mismo informe que el Gobernador de la Provincia de Honduras Alonso Contreras de Guevara envió al Concejo de Indias en España con fecha 30 de marzo de 1580; habla sobre el clima de la hoy Santa Lucía “Es tierra fría e no ay calor por ningún tiempo del año. Es muy montuoso de muchos árboles grandísimos de pinos e robledales y algunos cedros. Tiene agua que es menester…” (Aguilar Flores: 2013: 8).

Los topónimos además evidencian la condición de posesión frente a lo “supuesto descubierto”, así como la pérdida de la ubicación espacial de asentamientos indígenas o identificación definida de lugares —tal el caso de Santa Lucía. Esta tendencia a occidentalizar a través del lenguaje, como los topónimos quedó simbolizado en las primeras representaciones topográficas (mapas) realizados del territorio “descubierto”, donde también quedan consignados los nuevos nombres de lugares en castellano.

Santa Lucía aparece ubicada cartográficamente por primera vez en un mapa de 1722, el cual fue encargo de José Rodezno, Oidor de Guatemala, al ingeniero y eclesiástico Núñez, quien dio inicio la tarea de levantar un mapa de toda la provincia de Honduras, poniendo especial atención a la geografía local y su relación con las incursiones de enemigos ingleses. (Davidson: 2006).

“Sin embargo el mapa va más allá de esta descripción solicitada y es el primero donde se ubica y menciona las principales localidades del interior de Honduras: Comaiagua, San Pedro Sula, Grazias a Dios, Santa Cruz de Yoro, San Jorge de Olancho, Real de Minas de Tegucigalpa, Jeres de Churuteca; las localidades menores de Cantarranas, Manto, Tencoa, Cuscateca, Ojojona, Sulaco, Yocon; y varias localidades como Lejamani, Santa Luzia, El Real de Minas del Corpus, serro de San Andres y Langue. (Davidson: 2006).

MAPA No. 2


Fuente: William V. Davison: 2006
Atlas de mapas históricos de Honduras

Los nombres vernáculos impuestos por los colonizadores quedaron definitivamente convenidos con la formación del Estado Nacional.

La cercanía del poblado de Santa Lucía a Tegucigalpa, este último poblado indígena, y su pertenencia a la zona lenca durante la época precolombina, nos da razones para conjeturar: si el nombre de Surcagua llegó hasta nuestros días a través de Alberto Membreño y si ese territorio tenía denominación indígena es probable que los cerros o picachos alrededor de Tegucigalpa hayan tenido importancia en la vida cotidiana de sus habitantes indígenas durante la época precolombina. Lo importante aquí es dilucidar, despertar el interés para una posible investigación y en última instancia brindar elementos para el fortalecimiento de la identidad local del pueblo de Santa Lucía, recuperando su nombre original de Surcagua.

El nombre de Santa Lucía dado al lugar donde aquellos indígenas encontraron el mineral tiene que haber sido un 13 de diciembre posiblemente entre 1578 a 1580, día dedicado a la Virgen de Santa Lucía, celebrado durante el Período Colonial para Latinoamérica y el Renacimiento para Europa.




BIBLIOGRAFÍA PARA ESTA PARTE
AguIlar, Manuel
2013                      Mineral de Santa Lucía (1580-1890).

Fiallos, Carmen
1989                      Los municipios de Honduras. Editorial Universitaria.

Chapma, Anne
1985                      Los hijos del copal y la candela. Editorial UNAM.
Davidson Willian
2006                         Atlas de mapas históricos de Honduras. Banco Uno.

Dirección de Estadísticas y Censos
Sf.            Honduras histórica y geográfica publicado para el Primer Centenario que abarca los años de 1880 a 1980.

Martínez Castillo, Mario Felipe
2009                         Temas históricos inéditos de Honduras. Litografía López.

Martínez Castillo, Mario Felipe
1982                       Apuntamientos para una historia colonial de Tegucigalpa y su Alcaldía Mayor. Editorial Universitaria

Membreño, Alberto
1994                       Toponimias indígenas de Centroamérica (Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua). Editorial Guaymuras.
Memoria
2010                       Foro: Cultura y Desarrollo: Un desafío de país. Programa Conjunto “Creatividad e Indentidad Cultural para el Desarrollo Local”

Newson, Linda
2009                      El costo de la conquista. Editorial Guaymuras.

Oyuela, Leticia
2003                      Esplendor y miseria de la minería en Honduras. Editorial Guaymuras.
Oyuela, Leticia
2001                       Historia mínima de Tegucigalpa: vista a través de las fiestas del patrono San Miguel a partir de 1680 hasta finales del siglo XIX. Editorial Guaymuras.

Portillo, Pineda Noé
1997                       Geografía de Honduras.

Reina Valenzuela, José
1931                       Tegucigalpa síntesis histórica. Tomo I. Consejo Metropolitano del Distrito Central.

Valle Rafael Heliodoro
1982                       Tierras de pan llevar. Editorial Universitaria Centroamericana EDUCA.


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