Donde comienza a florecer la democracia comienza a devastarla
un cuerpo armado
Rebeca Becerra
Tegucigalpa M.D.C agosto de 2009
Publicado en:
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Somos hereditarios de una élite
oligárquica incrustada en el Partido Nacional, el Partido Liberal y la empresa
privada sumisa y supeditada a la mafia militar pro intereses norteamericanos;
el poder civil por lo tanto está definitivamente sometido a las decisiones del
poder militar. Esta constante, es, en buena medida, la causante fundamental de
nuestra decadente situación política, de nuestra crítica situación económica y
nuestra conflictiva situación social; es en gran medida la causante de la
destrucción de nuestros valores morales, patrióticos, culturales y religiosos.
Mientras Estados Unidos siga avalando
incondicionalmente el liberalismo personalista representado en Honduras por los
grupos oligárquicos reaccionarios, este país seguirá profundizando la crisis
que lo tipifica como subdesarrollado y decadente. Mientras los gringos
consideren que las oligarquías conservadoras civiles y militares son sus
mejores aliados en Honduras, no tenemos esperanzas de superar la miseria que
hemos sufrido por más de cien años de dependencia yanqui. Mientras los asuntos
militares de Estados Unidos de Norteamérica sigan siendo prioritarios, el
diálogo de soluciones no se abre con un hombre que desconoce esta materia, sino
con la persona indicada que habla el mismo idioma: el de las armas.
Por eso es necesaria la derrota de las
fuerzas conservadoras como condición prioritaria para introducir los cambios
necesarios en las estructuras correspondientes que perfilen el cambio
revolucionario que necesitamos como país independiente y democrático.
El filósofo Juan Jacobo Rosseau
(1713-1788) previó la corrupción del sistema burgués capitalista que nacía;
pero también previó un segundo cambio revolucionario en la democracia burguesa
que a sus ojos resquebrajaba la decadente sociedad feudal y expresaba: “la
próxima revolución social se dará por el derecho a la insurrección. Porque mientras
el pueblo, obligado a someterse, se conforma, procede el bien; pero apenas
tiene la posibilidad de liberarse del yugo opresor, procede aún mejor, por
cuanto, al recuperar la libertad según el mismo derecho por el cual se le había
despojado de ella, tiene razón para recuperarla; de lo contrario, tampoco
existía motivo alguno para despojársela”. Sólo el poder democrático es
legítimo, postulaba Rosseau, la libertad se conserva sólo en un Estado en el
cual todo el pueblo participa en la legislación. Únicamente con una
organización democrática del Estado, el hombre, a cambio de su libertad
natural, ya perdida, adquiere la libertad política, bajo la cual, aun cuando se
subordina al poder, ya no es un esclavo, como bajo el despotismo. Porque la
voluntad común en un Estado democrático está orientado hacia objetivos comunes
e instaura disposiciones generales que afecten a todos los ciudadanos, siempre
contribuirá a la realización del bien común; siempre habrá leyes igualmente
útiles para todos, para todo el pueblo en general y para cada ciudadano en
particular.
“La soberanía es única, indivisible e
inalienable, debe pertenecer al pueblo en su conjunto, donde no existe la
soberanía popular, existe el despotismo, el dominio ilegítimo de una sola
persona sobre todas las demás, convirtiéndose el mandatario de hombre racional
en un animal torpe y mediocre”.
Si bien la dependencia económica y
política de Estados Unidos es el denominador común en la retorcida vida social
del pueblo hondureño, para la clase políticamente dominante de nuestro medio,
lo nuevo, lo diferente es un estrato superior a lo estático que se dibuja
siempre en los ojos y mentes de los detractores como una conspiración contra el
Estado.
Hoy tenemos en nuestras manos un gran
reto frente a nuestro pueblo y a los países de América Latina, el Frente
Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado ha tomado el camino de la
lucha pacífica mientras en el exterior se hacen innumerables maromas para
dilatar la justicia; o quieren que el pueblo hondureño tome la decisión por su
propia cuenta o nos están utilizando para un plan maquiavélico contra América
Latina como nos utilizaron en los 80 para disolver los movimientos de
liberación que se levantaron en Centro América, argumentando una lucha contra
el “comunismo internacional”, instalando bases militares, entrenando ejércitos,
destinando miles de dólares para la compra de arsenal bélico, desapareciendo,
torturando y asesinando al pueblo.
El triunfo de las revoluciones en
C.A., la revolución cubana y todo el proceso de guerra de guerrillas
revolucionarias en el área son producto del alto grado de injusticia social,
del abuso del poder nacional e internacional, de la ausencia de una justa
aplicación de la justicia, del crecimiento incontenible de la corrupción administrativa
y moral, el amplio apoyo nacional e internacional al crecimiento de los
ejércitos, entre otros aspectos. Todos estos desafueros políticos y sociales
unidos a la voracidad económica nacional e internacional, irrumpen en la vida
pública de los pueblos de C. A. como principios, partes de un modelo económico
impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica. A nivel centroamericano nunca
hubo un proyecto comunista de sometimiento a los principios doctrinarios del
marxismo, esta área del mundo nunca fue parte de la política expansionista de
Rusia. Ahora la excusa para instalar bases militar y asesinar se denomina Hugo
Chávez, se denomina Alternativa Bolivariana para las Américas ALBA.
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