El
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lenguaje como estrategia en le lucha
Rebeca Becerra
Tegucigalpa 07 de marzo de 2011
El proceso
de lucha que afanosamente llevamos a cabo debe acarrearnos no solamente al
encuentro de nuevas estrategias que nos ayuden a vigorizar y consolidar los asuntos
que tienen que ver con la formación, capacitación, organización, etc., de todas
aquellas personas que formamos parte del Frente Nacional de Resistencia
Popular; sino también a teorizar sobre la manera de renovarnos, en este caso, en
un lenguaje acorde a nuestros objetivos y al gran logro que se alcanzó en la
Primera Asamblea Nacional del Frente Nacional de Resistencia Popular, la
UNIDAD.
Por qué no
comenzamos con formas simples que nos ayuden a ir tejiendo en la medida de lo
posible, una cadena de términos que hagamos propios a nuestra lucha o buscar
los apropiados para identificarnos; y que otros y otras se identifiquen con
esta gesta que enarbola la bandera de lucha de la UNIDAD y de la PAZ.
Un lenguaje que aporte a la
estrategia, un lenguaje que forme parte de la estrategia, un lenguaje también
estratégico. Esta renovación del lenguaje no implica necesariamente renunciar a
nuestros sueños u objetivos, esos ya los tenemos más que claros y definidos.
Pretendemos
romper con viejos cánones dictados por los partidos tradicionales
conservadores, pero también con aquellos dictados por una izquierda recula,
sectaria y arcaica. He leído algunos comunicados del FNRP, escritos de
organizaciones que integran el FNRP, asimismo he escuchado hablar a amigos y amigas
con un discurso que pese a su clara y comprometida posición no ha variado en su
forma y contenido, más en su forma, de aquel que en las décadas de los años 70s
y 80s acaloraba las reuniones, las marchas, etc., y llenaba los papeles con la
tinta de esténcil e impresos en el mimeógrafo. Los veo yo como pequeñas
cápsulas, burbujas que el aire las mueve a su antojo. Por supuesto hay
excepciones.
En algún
reciente comunicado del Frente leí que hay que integrar cuanto antes las mesas
de trabajo, en otros comunicados se entiende por mesas sectoriales y se
desglosan una serie de mesas: agrarias, mesas comunitaria, mesa
obrero sindical, mesa educativa, mesa de salud, de seguridad laboral, cuyo
trabajo sirva de insumo para la elaboración del programa de gobierno de la
Resistencia Popular y para que sirva para la estructura para la nueva
Constitución. Por
cierto la mesa de Cultura ni siquiera se menciona, pero se sobreentiende que
está integrada a la secuencia de los puntos suspensivos o en otros casos a los
etcéteras; no debería omitirse, tampoco sobreentenderse.
Por qué no
denominarlas MESAS DE LA UNIDAD y no mesas sectoriales o de trabajo; en
vez de Mesa del Sector Indígena mejor y más agradable decir Mesa de la Unidad Étnica. En vez de Mesa
del Sector Cultura, mejor Mesa de la Unidad Cultural y/o Mesa de la
Unidad de la Cultura y/ o Mesa de la Unidad Artística. En vez de Mesa
Obrero-Sindical, Mesa de la Unidad Obrero-Sindical.
Entendemos
de hecho que la palabra sector represente o signifique cada una de las partes
de una colectividad, grupo o conjunto que tienen características peculiares y
diferenciadas. Pero dentro de esa gama de partes buscamos la unidad,
principalmente la unidad de criterios.
Un
discurso, debe de ir acompañado de un lenguaje que pueda ser llevado a varios
planos incluyendo el plano artístico, tal vez sea mucho pedir, o quizás sea una
limitante, no pretendo limitar, sino cavilar.
Los
pueblos indígenas, garífunas y misquitos son poseedores de un lenguaje rico en
sabidurías ancestral; igual el pueblo mestizo a través de sus saberes
tradicionales como los refranes, los dichos, las bombas, los piropos; por qué
no tomamos toda esta gama de estructuras tradicionales del lenguaje oral, que
al mismo tiempo estaríamos re-valorizando, y creamos nuestras propias consignas
a partir de ellos como una manera de identificación con nuestro pueblo, pueblo.
Bien sabemos que hay consignas que a estas alturas ya son en su uso de carácter
universal como “El pueblo unido jamás
será vencido” por ejemplo. Sin embargo, también tenemos derecho a proponer.
Necesitamos nuevas formas propositivas que nazcan del pueblo.
Encontrar textos que se pueden adaptar o por qué no
crear y luego traducir a las diferentes
lenguas que se hablan en el país y formar parte de las consignas en las luchas
cotidianas. Por supuesto otros y otras tendrán una mejor imaginación que la mía,
la imaginación del pueblo no tiene límites.
Necesitamos
un lenguaje que sirva para contrarrestar los embates de lo que la oligarquía
entiende por cultura; la cual desde este punto de vista solamente mina en todo
sentido cualquier esfuerzo por la valorización de la verdadera cultura
imponiendo una a favor de sus intereses económicos y necesidades de divertimento.
Ahora bien las condiciones políticas en las que nos
movemos como individuos tienden a limitar o enriquecer la manera de
expresarnos, a veces utilizando una terminología desfasada que en vez de
reforzar los sentimientos patrióticos en cuanto a la lucha, lo deterioran
porque limitan las formas de expresión, contribuye de manera indirecta al
sectarismo y al dogmatismo; de ahí que los discursos a veces sean adustos y
repetitivos. El lenguaje es movimiento y hay que darle espacio para que pueda
andar y crear, obedece a las leyes de la dialéctica, es un río que fluye y no
deja ni dejará de hacerlo. No podemos detener ese fluir con el uso de una terminología
caduca, que en vez de acercarnos a un proceso de renovación nos alejan de él.
La renovación de este lenguaje debería de darse de
forma espontánea desde las bases que son las creadoras, las que enriquecen con
su arte las luchas por la liberación, ejemplo de ello es el pueblo cubano, que
ha sabido dirigir su creatividad apuntando certeramente a una revolución que
hoy se mantiene en pie. Pero también pueden ser orientadas a partir de
estrategias políticas bien estructuradas que giren en torno a toda un gran
estrategia de lucha; recíprocamente la revolución cubana ha sabido devolver a
ese pueblo creador el apoyo y los insumos necesarios para mantener desde el
punto de vista de la creatividad una revolución que sin el aliento del arte y
la creatividad seguramente se hubiera tambaleado o perdido fuerza.
El discurso debe transformarse a la par de las
ideologías, edificarse continuamente; no es una cadena rígida de enunciados los
cuales estamos obligados a repetir. El ser humano es sujeto, pero a la vez
objeto de cambios, es el que crea y recrea formas de significación sean estas
con objetivos literarios, ideológicos o simples formas de comunicación.
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